sábado, 7 de junio de 2008

Antonio Tocino, "Rovira"

Antonio Tocino, “Rovira”, veterano y paternal masajista del Cádiz, Club de Fútbol, tras sufrir un accidente vascular y una intervención quirúrgica en las rodillas, ha fallecido. Situado siempre en un nivel secundario, ha sido un extraordinario profesional y una valiosa persona. Serio y formal, apasionado y familiar, parco en palabras, soñador, devoto del Nazareno y supersticioso, ha mantenido hasta su muerte la vivacidad y la frescura de los jóvenes. Se le atribuyen anécdotas sabrosas y decires ingeniosos. Era un joven con 77 años y un trabajador serio y concienzudo.

“Rovira” era un hombre servicial. Estaba dotado de una sorprendente habilidad en sus manos milagrosas y, sobre todo, era poseedor de una pequeña filosofía personal que ofrecía a los futbolistas como cómodos asideros para que se agarraran cuando surgían los problemas deportivos, familiares y humanos. Resolvió muchos conflictos personales; supo compartir los triunfos y las derrotas, y dio pruebas de una notable capacidad para vencer obstáculos y para establecer relaciones cordiales con naturalidad. Siempre encajó sin dramatismo las derrotas; en los momentos negros, abrió con habilidad las puertas de la esperanza y, con su palabra discreta y escondiéndose de la popularidad, acertó con el consejo oportuno.



Hasta el último suspiro mantuvo una respiración sabia y acompasada: su cuerpo flexible, su alma pacífica y su expresión pacificadora eran todo fibra. Hombre libre y liberal era un amante de los espacios abiertos. Hace muy pocos días me confesó que su aspiración suprema era volver a andar bien para pasear por la playa y para ver a sus niños, los futbolistas. Tranquilo y en paz, con la serenidad de haber cumplido con su trabajo, ha muerto una buena gente. Que descanse en paz.

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