Juan Sarabia, “Chano Lobato”[1]
Juan Sarabia, “Chano Lobato”, es un maestro de los cantes de Cádiz y un privilegio de la gracia y del compás. En las cantiñas, en las alegrías, en las bulerías y en los tanguillos, difícilmente encuentra competencia. Pero cuando se lo propone y el momento lo exige, puede hacer memorables tonás, secas de adornos, seguiriyas de ejemplar sobriedad, soleares de distinto cuño, bulerías por soleá con tercios de la caña y con compases de la olvidada "giliana".
Chano Lobato, con su voz tensa e intensamente flamenca, hace todo eso con grandeza y con "jondura": es mucho más que un genio de los cantes festeros; es -alguien más lo ha proclamado- "un sabio del cante". Sabe concentrar la jondura, el compás, el genio y la gracia, y congrega la savia del clasicismo con el aroma de la renovación. Sus cantes son "jondos" hasta en la "chuflillas" y livianos hasta en la "soleá".
Lo que para otros constituye una irreconciliable disyuntiva, él lo funde en una armónica unidad. Condensa la amplia gama de la sensibilidad gitana con el señorío majestuoso del sentido popular andaluz. Evidencia la riqueza fecundadora del alma gitana.
Entre los últimos galardones que le han otorgado, hemos de destacar el Premio Ondas y la Palma de Plata de Algeciras. Varias composiciones suyas aparecen en el disco colectivo 10 años de pasión, en el que se recogen las principales intervenciones en el festival francés de Mont Marsan.
[1] Nació en Cádiz, en el popular barrio de Santa María, el mismo año que en Sevilla se reunían los poetas que han hecho famoso el número 27. En su tierra natal comenzó pasando las "hambres" de rigor y aguantando el levante y la guasa de los malos aficionados. Gaditano hasta los tuétanos y flamenco desde la cuna, se inició visitando los tablaos de su ciudad natal, principalmente en la Venta La Palma, junto a Aurelio Sellé, Servando Roa y Antonio El Herrero. Se trasladó a Madrid para cantar en reuniones, fiestas y tablaos flamencos para luego entrar a formar parte del ballet de Alejandro Vega, experiencia que duró varios años. Su trayectoria artística prosiguió en el Pasaje de El Duque de Sevilla, en 1952, siempre cantando para bailaores. Al año siguiente fue premiado en el gaditano concurso por alegrías. Regresó a los tablaos madrileños, El Duende y El Arco de Cuchilleros, y posteriormente actuó en París, Roma y Londres participando en el espectáculo de Manuela Vargas. A continuación estuvo casi 20 años en el Ballet de Antonio y actuando por los cinco continentes junto a Manuel Morao, El Serna y otros destacados artistas. De nuevo en Sevilla, es elegido para participar en el espectáculo de la bailaora Matilde Coral. En 1974 obtiene el premio Enrique El Mellizo en el Concurso Nacional de Córdoba, lo que le supone el reconocimiento de todo el estamento flamenco. También participó con gran éxito en la Cumbre Flamenca de Madrid. La tertulia flamenca El Gallo, de Morón de La Frontera, le tributó un homenaje en 1986, imponiéndole si insignia de oro. Este mismo año consigue el Premio Compás del Cante. Ha recibido la Medalla de Plata de Andalucía, por toda una vida dedicada al Arte Flamenco, y también posee el Premio Lucas López de la Peña Flamenca El Taranto de Almería.