miércoles, 28 de noviembre de 2007



Darío Villanueva Prieto[1]

Darío Villanueva es un hombre de síntesis y, por lo tanto, un ser equilibrado, armónico y unitario. Es un intelectual abierto que, atento a todas las corrientes de pensamiento, a todas las tendencias artísticas y a todos los movimientos literarios, elabora, de forma permanente, su propia teoría de la literatura y su singular filosofía de la vida: si su concepción de la literatura es intensamente vital, su idea de la vida es profundamente literaria: su pensamiento está empapado de vida y su vida está impregnada de literatura.

Los que lo contemplamos de cerca, recibimos la impresión de que sus tareas académicas, sus actividades sociales y sus quehaceres familiares están sincronizadas, y de que sus aspiraciones y sus deseos están sintonizados con sus logros. Su discurso, pausado y pautado, discurre por unos senderos seguros que, previamente, ha trazado gracias a sus renovadas lecturas, a sus análisis minuciosos, a sus profundas reflexiones y a sus metabolizadas experiencias.



Posee un sentido de la medida que se manifiesta en el control de la voz -de los tonos, de los ritmos y de los acentos- y que se refleja en el dominio de sus emociones y en la administración de sus expresiones, de sus gestos y de sus palabras. Su serena mirada hacia el futuro de los acontecimientos, hacia el interior de los objetos y hacia el fondo de las palabras le confiere un palpable seguridad. Traza y sigue los caminos palmo a palmo y, divisando anchos horizontes, recorre el tiempo y persigue sus ideales sin agotarse. Estamos convencidos de que nunca se acaba su deseo renovado de mirar, de entender y de progresar.

Darío es un ser para la vida que, aunque sabe perfectamente que la vida tiene sus edades y sus estaciones, asciende impertérrito hacia las cumbres del pensamiento liberador y hacia las cimas de la vivificante belleza plenificadora; quizás sea esa fuerza interior la que lo mantiene en el tiempo, como una pequeña primavera que alumbra cada mañana ideales que no se apagan y que él generosamente ofrece para que la recojan otros caminantes.

Éste profesor universitario, conocedor de la naturaleza humana -la suya y la de otros-, es un perfeccionista que busca la calidad con razonable firmeza en sus proyectos. Asume las responsabilidades y se fía de sus fuerzas para afrontar las dificultades. Mira críticamente lo que ocurre y defiende con firmeza y con delicadeza sus convicciones. Persiguiendo la máxima excelencia en el trabajo y en la conducta, está atento a los cambios de los vientos y a los variaciones de las temperaturas; luce sus valores matizando los resplandores para evitar los deslumbramientos.



Realista y soñador al mismo tiempo, es silencioso y enemigo de las alharacas. Posee un fino sentido del humor y una discreta simpatía marca su carácter. Sin dejar nada al albur de la improvisación, sin mirar a otro lado, se deja guiar, en última instancia, por el sentido común. Sensible a la luz y al color, atenúa los tonos y suaviza los contrastes.

[1] Catedrático de Teoría de la Literatura de la Universidad de Santiago de Compostela, desde marzo de 1987. Catedrático adjunto (Professor Adjoint) en "Escuela española" de Middlebury College (Vermont, Estados Unidos). Ha sido Secretario y Decano de la Facultad de Filología y Rector de la Universidad de Santiago de Compostela. Presidente de la Asociación española de Teoría de la Literatura (ASETEL).

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